miércoles, 20 de agosto de 2014

Panzer Dragoon Mini (1996, Game Gear)


Plataforma: Game Gear
Género: Shooter
Año: 1996
Desarrolladora(s): SEGA
Textos: Inglés



Panzer Dragoon fue uno de los últimos atisbos de absoluta genialidad que pudimos disfrutar por parte de SEGA. En realidad -y dadas las circunstancias-, este podría mas bien definirse como el primero de muchos manotazos de ahogado que estaban por venir, hecho que eclipsó fuertemente al juego (independientemente de su -enorme- calidad). Para entender un poco de que va la cosa, hay que ponernos en situación.

En 1994, la mencionada desarrolladora nipona comenzó la distribución de su flamante consola Saturn, la cual daba por fin cierre al ciclo de la máquina de cartuchos conocida como Genesis/MegaDrive, cuyos años últimos habían estado marcados por los rotundos fracasos comerciales de las cuestionadas ideas para mantenerla en «carrera» contra la SNES de Nintendo (batalla perdida por demás). Con la Saturn, SEGA ofrecía definitivamente algo contra lo que Nintendo -nisiquiera con los gráficos Modo 7 o los técnicamente fabulosos chips FX- no podía competir: un sistema de juego independiente basado en CDs.

Muy a pesar de la complicada arquitectura de la máquina (contaba con un total de tres procesadores en serie, lo que dificultaba enormemente su programación a quienes no estuviesen habituados a ese estándar), y de tener un limitado catálogo al momento de salir al mercado -en un intento por imponerse a la Playstation de Sony-, la Saturn cosechó un enorme éxito inicial, lo que le sirvió de base para desplazar definitivamente a la 3DO de Panasonic del mercado videojuegil (consola a la que había sido concebida para reñir y aventajar). No obstante, con la salida de la nombrada máquina de Sony, todo lo anterior quedó prontamente desvalorizado. Una cosa es ganarle a una consola a la que seguramente aventajas tecnológicamente, y cuyos costes de producción la obligan a mantenerse en un alto precio, y otra muy distinta es tratar de compertirle de igual a igual a un sistema que te dobla en juegos y popularidad. La crisis comenzó en diciembre del 94, y acabó de asentarse en junio del 96, con la llegada de la N64 de Nintendo, que relegó aún mas a la «caja negra».

En medio de la axiomática perdida de terreno, los ejecutivos de la empresa con base en Tokio decidieron soslayar aquello con la producción de varios títulos exclusivos para su nuevo sistema, mientras trabajan contra viento y marea para superar los diferentes impedimentos técnicos que detenían la salida de su sucesora: la Dreamcast.

Y así se lanzaron varios títulos de enorme factura pero poca repercusión... uno de los mas recordados de aquel tiempo fue el agridulce Sonic R, juego que causó sensaciones encontradas entre los fanáticos por su risible banda sonora, y la circulante creepypasta acerca de su contenido desbloqueable (que ganó inesperada relevancia). Con todo, SEGA decidió portar el juego para Windows (junto al Sonic CD y otros clásicos de la marca), pero otro de sus títulos «exclusivos» se mantuvo así... y hasta la llegada de la emulación, quien no tuviera una Saturn o GameGear se lo perdería obligadamente... y si, estoy hablando del Panzer Dragoon.

Aunque para ser justo, era posible disfrutar al «Dragón Blindado» sin una consola de SEGA... pero en la forma de horrendos puertos -aprobados-, llevados a cabo por Tiger Electronics para su infame consola R-Zone y similares. Con todo, aquellas versiones son poco menos que vomitivas, y el resultado no varía: por una o por otra escapaban al grueso de los jugadores.

La versión que degusté yo fue desarrollada por una división interna de SEGA llamada Andromeda Team (responsables estos, de todos los títulos de la saga para Saturn, y mas adelante de la serie Jet Set Radio, como parte de Smilebit). Esta fue duramente criticada por los medios especializados, al hacer hincapié en la futilidad del puerto (que obligaba a una reducción cuasi-total de las características visuales del programa), y en su carencia de características distintivas. Para mi estos vituperios están totalmente fuera de lugar, ya que el juego resulta desafiante y divertido de jugar... solo eso, no luce vanguardista (pero tampoco lo pretende).

Al principio de cada partida se nos da para elegir entre tres Dracos Acorazados de diferente peso y coloración; por mas que intenté, no noté diferencias notables entre uno y otro, por lo que podría tratarse mas bien de una decisión meramente estética. Acto seguido, se nos lanza sin mayor ceremonia al centro de la batalla, enfrentando en solitario a grupos, parejas, y escuadrones de enemigos. A algunos de estos adversarios es posible «pasarlos» sin mas, pero será necesario entablar el combate con otros... es ahí donde comienzan a verse las mecánicas del juego (y de paso donde empiezo a sospechar que los detractores nisiquiera se animaron a probarlo).

Nuestro personaje se mantiene estático en la pantalla, pero es el punto de mira lo que mueve el D-Pad, haciendo que podamos apuntar en virtualmente todas direcciones. Esto es de alguna manera confuso durante los primeros momentos de partida, pero aquella impresión queda opacada por la practicidad del concepto... en un juego donde te atacan en todas direcciones, es lindo poder pagar con la misma moneda. Mas o menos a la mitad de cada nivel, el escenario se cambia a «modo nocturno» y nos enfrentamos a un jefe (su dificultad varia tanto que el primero es casi un chiste, pero a partir del segundo o el tercero ya hay que esforzarse con ganas para sobrevivir), una vez derrotado este, el mapa vuelve a la normalidad y podremos continuar -aunque como dato, hay que mencionar que enfrentamos a los «bosses» desde una perspectiva lateral -siendo el resto del juego vertical-, y que algunos de estos combinan ambas orientaciones de cámara-. Una de las tácticas mas efectivas para vencer a estos líderes de sección, es utilizar el «Lock-On Cannon» (arma que consiste en «capturar» a todos los enemigos en pantalla con el puntero, y luego apuntarles con el blanco tomado, asegurando su destrucción). Esto es relevante porque en clásica usanza SEGArdiana, estos enemigos nos arrojan cosas a la vez que atacan, por lo que nuestra atención debe obligadamente dividirse entre destruir los proyectiles Y al antagonista (en ese orden), casi como en el -también clásico- Lethal Enforcers II (aunque ahí se podía contar con un segundo jugador para facilitar la labor).

Probablemente mas de uno estará pensando a estas alturas que el juego va tirando a fácil... pues mas o menos, porque a partir del segundo nivel (son lamentablemente solo cuatro) el surtido de enemigos y su resistencia van en aumento, y el programa no cuenta con forma alguna de recuperar la vida (si, lo que tenemos es lo que hay), por lo que algunos tramos se vuelven francamente imposibles sin un meticuloso y concienzudo estudio de la situación (y volver a jugar un par de veces... casi como en este, pero no tan extremo).

Hablemos de los gráficos: Panzer Dragoon Mini intenta llevarnos a través del agua, tierra, desierto y montaña... y la verdad que no lo consigue. Cierto que hay bonitas imágenes de fondo, y el terreno cambia, pero el diseño de los niveles no lo hace, y no hay realmente sensación de avance con ellos, sino que mas bien el juego se va perdiendo en una incomoda sensación de repetición que no lo asesina, pero le hace un gran daño.

La música es por otro lado genial: el melómano responsable se las arregló para componer una selección de temas realmente notorios, que van desde lo épico, hasta una especie de techno-rock bajado de tempo. En general la banda sonora resulta agradable de escuchar (incluso en sus obvias limitaciones de portátiles ocho bits).

Los efectos de sonido se escuchan, en el mejor de los casos, planos; solo podemos discernir el zumbido del Lock-On Cannon y su correspondiente munición... y quizá, si aguzamos el oído, la explosión de algún enemigo -pero eso ya no está garantizado-.

El último punto a tratar es el de la Inteligencia Artificial, ya que esta resulta inconsistente. Los jefes de sección parecen tener bastante noción de lo que hacen, pero muchos enemigos nisiquiera intentan atacarnos (sobre todo en los primeros niveles). La impresión que dejan es un tanto chapucera, y realmente condiciona la experiencia en sus inicios (incluso aunque esta va desapareciendo a mediados del segundo nivel, y ya ni existe para el tercero).






En conclusión: En general, Panzer Dragoon Mini me ha dejado un buen sabor de boca. Cierto es que podrían haberlo pulido un poco mas, pero eso entra ya en el terreno de la especulación, y yo personalmente me divertí jugandolo, por lo que todo lo demás pasa a ser subjetivo.

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