Plataforma: Multi
Género: Aventura
Año: 1989
Desarrolladora(s): Interplay
Textos: Inglés
Neuromancer es, con diferencia, uno de los juegos mas extraños que he visto en mi vida... no solo eso, sino que además necesite poner mucho de mi para aprender a quererlo, pero cuando lo logré... bueno, digamos que ocupa ahora un privilegiado lugar en mi larga lista de «cosas que enseñar a mi sobrino cuando crezca». No es para menos, ya que el mismo ha sabido sorprenderme, sacarme unas cuantas sonrisas... e incluso hacerme reflexionar sobre el extraño mundo en el que vivo... uno que, de alguna manera, imita, y del que se mofa casi al punto de lo absurdo... o quizá no lo haga, quizá nisiquiera sea su grosera caricatura tan exagerada... probablemente su oscuro discurso de injustos castigos e injusticia social ni esté siquiera equivocado... y aquello me hizo subir un gélido sentimiento por la columna. Pocos títulos pudieron hacerme pensar de esa manera, a la vez que me divertían en sus oníricos mundos.
El juego hace gala de una suerte de elaborado paladar cyberpunk -que es incluso más disfrutable si lo probás, como yo, a último término, luego de haber jugado a la mayoría de los títulos del género- en el que incluso la Matriz hace su aparición -y atención, lo hace en un programa de finales de los ochenta... mucho antes de la popular película homónima que comenzó a introducir gente, cuales ovejas, en el género- y que se encuentra asimismo plagado de otras tantas clásicas delicias de los distópicos universos que suelen componer estos títulos... ciudades en decadencia, un gobierno dictatorial... e incluso una megalómana inteligencia artificial que planea liberarse de las «estúpidas» limitaciones puestas por los humanos que han osado detener su poder. Aquello me resulta particularmente delicioso luego de haber degustado, mucho tiempo atrás, la gran obra maestra del cyberpunk noventero: System Shock (en el cual la premisa «homenajea» de alguna manera a esta, con la genial e inefable Shodan cumpliendo su femenino y destructivo rol a la fría perfección). Pero creo yo que lo mejor que este juego tiene para ofrecer -y mantener fresca la idea del omnipresente enemigo- es la manera en que aquí actúa la IA asesina esta... ya que lejos de realizar amenazas y eso, se dedica a tomar desde un principio cartas en el asunto, y marca una suerte de «Zona de Exclusión» en la cual todo «hacker» que entre a su precioso mundo digital, no puede esperar otra cosa que la muerte... y naturalmente deberemos nosotros cruzar su territorio en varias oportunidades para poder detenerla de una vez por todas. De hecho, este aspecto es muy parecido al empleado en la mencionada obra de Looking Glass Studios, ya que allí también debíamos entrar a los dominios de la bestia digital con el fin de mejorar nuestro equipamiento para la batalla final contra la misma máquina. Me gustaría añadir que en este, un juego que no pretende asustar al jugador, los momentos de tensión suelen ocurrir con aplastante regularidad. Y eso es simplemente genial.
Por cierto, a todo esto creo conveniente aclarar que nuestro querido personaje empieza en el más plano rol de anti-héroe que podamos imaginar: ¡borracho en un bar!. Comenzamos la aventura con la cara metida en un plato de espagueti, ante la caustica mirada del dueño del local, quien espera que recobremos el aliento para poder cobrarnos la pasta que hemos «consumido» (e incluso remarca que poco le importa si la usamos así o de sombrero, pero que le paguemos). Con todo, aquello no es lo único que ha salido mal en nuestra divertida juega, sino que además nos damos cuenta de que hemos empeñado gran parte de nuestro equipo... y por el comunicador que llevamos, el dueño de la pertinente tienda muy amablemente nos cuenta que el tiempo para recuperarlo se agota, y que sino nos movemos con premura, tendrá que venderlo. Poco importa aquello, ya que apenas damos un paso afuera del restaurante «Chatsudo» (vinculado a 89 casos de envenenamiento químico), podremos comprobar lo aterradoramente desesperanzador que luce el futuro, en la ficticia ciudad de Chiba: las sucias calles de rojo ladrillo y grisaseo asfalto contrarrestan gravemente con el tecnológico azul de los droides de seguridad que vigilan cada esquina, con mecánica maldad, a la espera de que cometamos alguna estupidez para llevarnos a compadecer ante un criminal juez, con el distante y desinteresado abogado de la defensa como único aliado -compañero con muchas matices aquel-. La gente que pulula las calles de este extraño mundo es, sin lugar a dudas, una de las joyas que esta obra de Interplay tiene para ofrecer: aparte de los mencionados establecimientos de empeños y comida rápida, existen además un hotel (literalmente el «más barato»), un club de caballeros (el «Loser»), una típica tienda de rosquillas, tres locales que se hacen la mutua competencia en lo que a software se refiere (con la eterna lucha de clases siendo igualmente ilustrada: ya que oscila el rango desde la «hipermega tienda con todos los recursos», hasta un pequeño y atiborrado almacén que a duras a penas llega a fin de mes). Todos aquellos lugares tienen un único colorido e interesantes personajes para conocer, pero definitivamente la corona se la llevan los «Body Shop» y «House of Pong»... que se tratan, a grandes rasgos, de un local donde podemos vender partes de nuestra propia anatomía para conseguir efectivo, remplazando las «ventas» con «baratos repuestos de plástico» (muy útil en la trama), y de... ¿cómo explicarlo?... un culto sectario dedicado a admirar al épico juego de Atari por toda la eternidad, «para descubrir sus secretos». Ni que decir que con estos me pegué las mayores risas de todo el recorrido -lo cual es irónico, porque al igual que el programa este no pretendía antes ser terrorífico, y sin embargo lo terminaba consiguiendo, dudo que tampoco hubiese sido orientado originariamente para el lado de la comedia, y sin embargo ocurre idéntico resultado-.
Bien, ya hemos establecido que el título es una genialidad, pero ¿que tal se juega?. Desgraciadamente el gameplay es un aspecto lastrante si los hay, ya que está terriblemente despulido -y realmente logró minar mis ganas de avanzar por sus monocromáticos mundos-, al punto que nada resulta obvio, y muy pocas acciones pueden llegar a considerarse reflejas. Movemos a nuestro protagonista por el escenario usando las flechas direccionales, y manejamos el variado arsenal de opciones con el puntero del mouse, como en cualquier point ´n´ click que se precie de tal... no hay queja por acá... pero el problema empieza cuando tenemos que hablar con alguien, o hacer uso de los distintos objetos del inventario del que disponemos: ya que por alguna razón tenemos que hacer una bonita impresión de Jacobo Dos Dos al hablar con cualquier personaje... lo cual no tiene ninguna gracia, ya que el mismo botón que se usa para hablar (el Enter) es también capaz de modificar el árbol de diálogo, logrando que terminemos seleccionando una respuesta que nisiquiera queríamos usar (¿y mencioné acaso yo que algunas réplicas pueden estropearlo todo en el juego?, pues lo hacen, y esta es una dificultad añadida tan chapucera como artificial, que seguro causó abolladuras con forma de puntín en mas de un monitor de su tiempo).
Otro gran problema es que deslizarnos por nuestra amplia gama de objetos, habilidades y herramientas resulta, como poco, igualmente aturdidor. Muchos de estos cachibaches sólo pueden utilizarse en el mundo virtual, por lo que no es muy probable el enredarse con ellos durante la parte «real» del trayecto, pero igual es bastante molesto que -al estar basado el juego en cuadros de diálogos superpuestos- tengamos que tipear por nuestra vida en momentos de extrema tensión. La jugabilidad no está simplemente a la altura del programa que la engloba, y aquello es una lástima que lo aleja irremediablemente del perfecto diez que en mi mente se merece. Lo dicho, una lástima.
Pasemos ahora al obligado espectro técnico:
Los gráficos «gozan» de una simpleza que verdaderamente los desfavorece; se trata de un genuino esfuerzo de dibujo que acaba siendo traicionado por la debilidad de la paleta gráfica encargada de pintarlo. Porque verán, la mayoría de los personajes, fondos y escenarios lucen realmente bien, pero están pintados con tal mezquindad por el color, y el buen gusto más elemental, que terminan luciendo realmente borroneados, carentes de vida e interés. Además de aquello, no comparto muchas decisiones de diseño que encararon los grafistas de Interplay: como por ejemplo la extraña distribución de las sombras (o que brillen por su ausencia, ya que estamos siendo francos) así como la desconcertante selección de esquemas de pintura, ya que digo yo... si vas a hacer el asfalto de tu pueblo de un solo tono de gris, ¿por qué demonios tiene que ser el zapato del protagonista de exactamente la misma coloración? Verlo desaparecer en una especie de mar plateado no tiene precio... Aunque, como no todo iba a ser malo, diré que alguna zonas -como el mencionado bar Chatsubo, donde todo inicia- tienen cero partes objetables, lo cual me encanta, porque Neuromancer me está gustando, y poder rescatar aspectos como aquel, me refrescan cantidad.
En cuanto a la música... pues esta no es «mala», pero tampoco es que sea una composición épica ni nada por el estilo. Se trata de una melodía que uno goza de escuchar, pero sin llegar a desearla en los oídos por demasiado tiempo. De todas formas no tengo una opinión mas avanzada sobre ella por la sencilla razón de que nisiquiera está programada en «loop», sino que simplemente aparece cuando puede, dura unos segundos, y calla para siempre... o casi. Ciertamente es desconcertante, pero -por lo explicado más arriba- no es que me esté quejando ni nada.
Los efectos de sonido son los más básicos del libro: solo unos pocos «beeps» espetados sin muchas ganas por el parlante, y no mucho mas. De nuevo, no es que me queje, pero...
En conclusión: Neuromancer es una auténtica obra maestra, que ni su desaborido aspecto técnico pudo llegar a lastrar, y que demuestra de una vez por todas que «un buen juego no necesita gráficos». Es intensa la experiencia que ofrece, y resulta también innecesariamente fácil el dejarse atrapar por el, por lo que poderosa será mi recomendación: un obligado para los fanáticos del género... sin dudarlo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario