miércoles, 20 de agosto de 2014

Tiny Toon Adventures (1991, NES)


Plataforma: NES
Género: Platformmer
Año: 1991
Desarrolladora(s): Konami
Textos: Inglés



Tiny Toon Adventures es uno de los juegos mas ambiguos que he degustado nunca. Por un lado lo he disfrutado enormemente, y por otro... bien, digamos que probablemente viva unos cuantos años menos después de mis dos días de partida. Pero de aquello hablaré mas adelante, ya que hay un asunto incluso mas importante que tratar antes de proseguir: este título lleva orgulloso el nombre de Konami, pero la verdad que ni parece de ellos. ¿Por qué?, por varias razones.

Para empezar solo hace falta echarle una mirada para comprobar que este platformmer comparte no pocas similitudes con el gran Super Mario Bros 3, y con ello podemos definitivamente concluir que a los chicos en Tokio les tentó demasiado la idea de aferrarse a una fórmula que ya se había probado efectiva, en lugar de trabajar en su clásico estilo innovador... y el resultado es atroz, ya que tras solo jugar unos pocos minutos en este Tiny Toon Adventures, uno puede tranquilamente pensar que se trata mas de una especie de «MOD» para el SMB3, que de un juego enteramente nuevo (y además los diseñadores y programadores de Konami poco hicieron por ocultar estas semejanzas, ya que muchos escenarios requieren una resolución «fontanera»... y es mas, incluso los mismos movimientos que hace el italiano plomero están aquí presentes -en gran medida-). La verdad yo no sé si lo que hicieron fue negociar con Nintendo por una copia del flamante motor que movía a su obra maestra, o si por el contrario se decantaron por reconstruirlo a través de ingeniería inversa, pero sea lo que sea que haya pasado, definitivamente les tomó mucho mas tiempo de lo planeado, y es por ello que el juego final resulta extrañamente corto... aunque esto lo compensaron haciéndolo uno de los mas despiadados para con el jugador que he visto en mi extensa vida videojuegíl. Y es que justamente a eso hacía referencia al principio del presente articulo: este programa de principios de los noventa es extremadamente cáustico. Tiene dentro de si cada «flaw» que hace frustrante a un juego, pero con el agravante de que este estaba siendo especialmente apuntado para un público infantil -cuando muchos juegos de NES eran mas bien populares entre los adolescentes-. Nuestro «Toon» requiere de un único golpe para ir a criar amapolas, y solo tiene tres vidas a las cuales aferrarse (que, como se imaginarán, se acaban bastante rápido). Claro, tenemos algunos continues por aquí y por allá, pero eso no hace sino perpetuar el masoquista ritual de ponerse a jugarlo (porque lo peor de todo es que TTA resulta efectivamente adictivo, y uno siente un descomunal placer al vencer cada fase que le pone por delante... incluso si es en el millonésimo intento). En ocasiones no hay otra opción que memorizar cada pixel del recorrido para avanzar... pero -como ya he dicho- cuando se consigue es simplemente glorioso.

Por cierto, el juego tiene un argumento -que cabe, por todo lo antes dicho, en una servilleta, pero bueno-: Montana Max ha secuestrado a Babs, y envía un mensaje por televisión a Buster retándolo a rescatarla. Por supuesto que el semi-desnudo conejo acepta el reto -en lo que parece una muy mal disfrazada trampa- y parte a buscarla. Luego de esto comienza el gameplay. Bueno, en realidad, antes de empezar debemos elegir a un compañero para que nos asista en nuestras andanzas -en lo que considero uno de los puntos fuertes del juego, ya que cada uno de los Toons tiene una habilidad única, logrando que los niveles puedan resolverse de diferente manera de acuerdo a quien hayamos escogido-. Pero este asunto tampoco se salva de las apuradas que parecen haber regido todo el desarrollo, ya que pasa lo siguiente: para seleccionar a nuestro aliado se nos hace hablar con Shirley the Loon, -quien es una «adivina»-, y ésta nos muestra tres cartas correspondientes a quien debería ser nuestro compinche; ¿suena como un buen momento para colocar un sistema de selección al azar? si, ¿verdad? pues no!, lo que hace el juego es dejarnos saber quien está debajo de cada carta con solo pasarle el D-Pad por encima, y nisiquiera hay un límite de tiempo para apurar la decisión. La verdad que esto no está del todo mal -a algunos parece haberles gustado la idea- pero si que deja un extraño sabor de boca... casi como dársela de gourmet acompañando Tabbouleh con Manaos.

Pero fuera de todo ello, he de admitir que una vez inmersos en el juego, las consabidas similitudes entre la tercera parte del SMB, y este título pasan a un segundisimo plano, ya que el Tiny Toon Adventures comienza a brillar con luz propia... es mas, luego de superadas las primeras muertes -de una oligofrenia extrema-, el juego comienza a hacerse verdaderamente adictivo. Cada nivel lanza algo totalmente nuevo sobre nosotros, obligándonos a continuar desarrollando estrategias, y justo cuando pensamos tenerlo dominado, este deja caer lo inesperado: ya sea un nuevo tipo de enemigo al que no sabemos como matar, un terreno de mayor dificultad, o simplemente alguna jugada sorpresa; cosas como esas pasan durante todo el gameplay, y uno acaba sometido a tal estado de divertida tensión que se le empiezan a marcar los botones en la piel (y por supuesto, esto fuerza los errores mas infantiles... y divertidos). Desgraciadamente uno no se termina nunca de enganchar por otro «error» de concepción: luego de superada una etapa, se nos pone ante dos jefes de nivel, uno real, y Elmyra. El problema con esto que nisiquiera está inspirada en su -constante- aparición: la mayoría de las veces solo debemos escapar de ella hasta que la salida aparezca, pero otras la cosa se vuelve directamente ridícula; por instancia, recuerdo un escenario en que había que rehuirle mientras nos balanceábamos por unas plataformas voladoras que llevaran hasta la salida... y yo creo que esa idea podría funcionar, de no ser que porque no hay forma de perder si estamos usando a Furrball, ya que su habilidad de trepar paredes nos hace dejarla prontamente atrás, logrando que toda la gresca haya sido el equivalente a poner pausa durante quince segundos -osea, sin aportarle realmente nada a la experiencia-... pero perder en esta mini-confrontación si que tiene nefastas consecuencias, ya que al ser derrotados se nos envía de nuevo al comienzo del mundo en que estábamos (y aquello no tiene ninguna gracia).

También es justo reconocer que el juego sabe sorprendernos gratamente... y uno de los mejores ejemplos que ahora mismo se me ocurren para demostrar esto, es cuando fortuitamente reemplacé a mi fiel Furrball por Plucky para jugar un nivel casi exclusivamente basado en saltos... pues bien, resulta que efectivamente fallé uno de estos, y -como es automático reflejo gamer- me dediqué a martillar frenéticamente el botón «A» mientras duraba la caída... solo para descubrir que esto activaba la habilidad especial del verde pato... ¡volar!. Dizzy Devil también supo brindarme no pocos momentos de «me alegra haberte escogido», por lo que realmente hay un incentivo en permutar el equipo. Y si alguno se lo está preguntando, la verdad que jugar con un compañero no es simplemente un lindo extra, sino que es el pilar que hace al programa jugable (porque Buster tiene la velocidad como habilidad especial, pero en un juego que gusta de castigar la aceleración por medio de emboscadas y trampas, esto resulta simplemente suicida, así que el poder cambiar de personaje durante los niveles -por medio de unos items muy poco escondidos e ignorables- es como una bendición). Existe a su vez otro tipo de «ayuda» con la que los diseñadores supieron agasajarnos: si juntamos un número X de zanahorias -primero treinta, luego sesenta...- se nos concede -visita a Hamton mediante- una nueva vida (que es necesaria como el agua). Todo esto realmente ayuda a perpetuar nuestras ganas de seguir jugando, pero no se trata sino de meras ilusiones de ventaja, ya que todo lo obtenido se pierde en los dos minutos posteriores a su consecución. Y es que ya lo dije, TTA no se anda con vueltas, solo por eso vale la pena.

Por lo demás, voy a comentar que realmente pasé muy lindos momentos jugando a este título de Konami, ya que -contrario a lo que pueda parecer- no me generó una rabia ciega, ni tampoco un gran malestar, sino que lo que mas bien me dio, fue una especie de «risa furiosa». Osea, no me molestó morir una infinidad de veces, y realmente la pasé bien cargándolo hasta altas horas de la madrugada (sobre todo aprovechando el feriado del 24... OMG soy un monstruo). Lo que si me jodió, no obstante, fue quedarme irremediablemente atascado bien cerca del final, o tener que re-jugar secciones enteras por culpa de un simple error con Elmyra. Y es que basura como esa de verdad que arruina la experiencia y me priva de recomendarlo. Así de grave es.

Pasemos ahora al obligado resumen técnico (todo un clásico de la casa a estas alturas).

Los gráficos son realmente fantásticos, todo brilla con mucho color -incluso aquellas cosas que teóricamente no deberían hacerlo, como las zonas oscuras y/o peligrosas- y generan una atmósfera deliciosamente alegre, como los dibujos animados que los inspiraron. No existe, por el contrario, mucha parafernalia en los escenarios, pero si que están muy bien diseñados, haciendo de esta falta una pseudo-virtud. Pero quizá el punto mas alto del apartado gráfico del juego sean las caras de los personajes (Buster, Montana Max, Shirley, Hampton...) ya que están todas brillantemente dibujadas y animadas, casi como respondiendo a esa pregunta: «¿como se vería un corto de Tiny Toons en ocho bits?». En fin, este juego luce estupendo, y no hay pero que valga al respecto.

La música se queda, por otro lado, bastante corta: la mayoría de los niveles están armonizados con variaciones del tema principal del show, lo que hace que sepan realmente a poco. Estas piezas no están para nada mal ejecutadas -y resultan por ello bastante meritorias- pero la verdad que cansan muy pronto. No puedo recordar ningún efecto de sonido en este momento, por lo que creo que ninguno me causó especial aversión (lo cual es siempre bueno).





En conclusión: Dependiendo del tipo de jugador que seas, Tiny Toon Adventures puede ser el mejor juego o la peor basura... yo particularmente he aprendido a quererlo, y aún disfruto los inmensos dolores de cabeza que me causa morir de las formas mas estúpidas tras horas de partida. En definitiva, creo que gustará mas a los buscadores de retos que a los fanáticos de la caricatura que lo inspira, pero todos deberían probarlo... aunque sea para reírse del propio fracaso.

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